Un café con Bonil

“Esta es una actividad que implica leer, informarte, relajarte y sentirte libre…”
Por: María José Troya C.
Fotografías: Boris Andrade.

Xavier Bonilla Zapata es uno de los caricaturistas más reconocidos del Ecuador. Tiene 50 años y lleva 30 años en el oficio: sus trazos, humorísticos y oportunos, han sabido ironizar con inteligencia los aspectos que más preocupan -y que divierten- de la vida cotidiana. Su lápiz y su ingenio no se detienen frente a ninguna situación para gusto de sus lectores y dolor de cabeza de sus detractores…
Su calidez y su buen humor contagian incluso antes de empezar la conversación. Hablar sobre su proceso creativo no es tarea fácil: resulta imposible no reírse con sus chistes y logra que cada respuesta termine con una carcajada...
Llega a nuestra cita programada con una predisposición y sonrisa que entusiasma. Bajo el brazo trae su libreta y iPad que son su oficina. Inmediatamente me enseña algunos de sus bocetos, muchos de ellos ya han visto la luz en sus publicaciones diarias para el periódico en el que trabaja.
Pide un café, lo prefiere con edulcorante, y cuenta que toma varias tazas al día…
¿Cómo inicia tu proceso creativo?
Generalmente me duermo tarde tipo una de la mañana. Antes de eso estoy leyendo o boceteando, y a veces pierdo el sueño en la madrugada porque me entra la lucidez para dibujar.
Y ¿cómo inicia tu rutina diaria?
Me despierto a las siete de la mañana. Luego me levanto, y aunque cada vez veo menos noticieros, leo los periódicos. Tengo una dinámica muy relajada en el hogar: veo cosas de la casa, hago gestiones, leo, etc. Luego me meto al Facebook…
¿A quién le espías?
(Risas) ¡No! Me meto en mi muro. No reviso otros perfiles aunque no lo creas. Me dedico a contestar comentarios, felicitaciones, insultos, y aunque hay cerca de doce mil seguidores sé que no todos son necesariamente amigos… pero así es como por varios medios me voy empapando de los temas.
Tienes tu iPad y lees mucho por internet. ¿Has perdido el gusto por el papel?
Recibo algunos de los periódicos, como El Universo, por cortesía y otros los recibo por descortesía (risas). Pero aún compro muchos libros en papel que me resultan indispensables tenerlos en mi mano.
Cuenta que su día a día es muy tranquilo. Vive alejado de la ciudad y no tiene que estar sumido en el corre-corre del tráfico ni tiene que reportarse a una oficina. Está casado y tiene dos hijos: Mapache y Cachita unos encantadores Boston Terrier. Las fotos de los cachorros también están en su iPad.
¿Cómo surge ese chispazo creativo que te permite publicar a diario?
De diferentes formas. A veces me pasa que cuando me imagino una cosa, un texto o una gráfica es como que la viera por primera vez: como si la hubiera hecho otra persona y pienso “sí me gusta, funciona” y fluye nomás y hay otras veces que es ¡como parir un coco!… pero igual tiene que nacer ese día así que toca inspirarse…
Pero tus caricaturas deben nacer a diario. ¿Cómo hacer que fluyan si tienes la presión del cierre y además los temas de coyuntura…?
Sí… a veces cansa dibujar a un mismo personaje. Es que nuestra política es híper presidencialista y algunas personas piensan que yo empecé a dibujar con este gobierno y me reclaman que porqué no he dibujado en la época del feriado bancario; pero yo ya he dibujado casi 30 años. ¿Y qué puedo hacer? No puedo hacer nada más que dejarlos sumidos en su ignorancia. Es cansado, pero siempre hay noticia. A veces no es el tema sino como lo tratas y qué dices de este. Es como bailar: el que es bailarín baila cualquier música. Entonces no es el tema sino cómo lo bailas. Me ha pasado también que ya tengo el tema y luego pienso: “¿pero qué digo?” y cuando ya sé que decir, viene el cómo digo y al otro día también pasa que cuando veo el resultado final sé que pude haberlo hecho mejor…
Hablando de ese híper presidencialismo en el que dices que vivimos: acabas de pasar por una época estresante por las sanciones y rectificaciones por tu trabajo. ¿Has pensado en frenar lo que dices con tus dibujos?
Cuando yo empecé hacer caricatura siempre mi motivación fue hablar de lo político, de lo colectivo, de lo público. Hoy tengo la convicción de que no soy un caricaturista de izquierda ni soy un caricaturista derecha ni de centro izquierda ni de nada. Concibo el periodismo y lo que hago como una actividad ejercida desde el lado de un ciudadano que le interesa interpelar al poder público. Punto.




¿Cuánto te toma hacer un dibujo?
Mi actividad no es solo la dibujada. Por ejemplo, a veces mientras me estoy duchando me surgen ideas. Otras veces se demora más. Hay dibujos que necesitan un par de horas y listo, pero para eso he necesitado treinta años así que es muy relativo. Esta es una actividad que implica leer, informarte, relajarte implica sentirte libre. Se necesita un tipo de cabeza, de personalidad y de temperamento. Y si tuviera otro trabajo y fuera por ejemplo ¡un funcionario! y solo tuviera cinco minutos no podría hacer esto. Ahora me doy cuenta que es importante estar al 100 %…
¿Has estado alguna vez metido en la vorágine de una redacción?
Nunca. Y les admiro a los periodistas porque son ellos quienes trasmiten y generan la información. Son lo que alimentan a los comentaristas y a los caricaturistas…
Hacemos una pausa en la que pide otro café. Posa, con increíble naturalidad para las fotos; ríe, gesticula y mientras lo hace, sigue contando detalles de su vida. Entre esas, que no es un hombre de fiestas: prefiere las reuniones más pequeñas con sus amigos más cercanos. También dice que disfruta de las labores domésticas: cocina y se sumerge a diario en el cuidado de su hogar. Pero ha ido, como siempre, más allá: “yo hice las puertas de mi casa con mis manos, los muebles, de cocina, las ventanas, puse la chamba en el jardín, pulí el tejuelo, muchas cosas las hice yo...”
Fuera del ajetreo político en el que viven sus dibujos, su lápiz encuentra inspiración en las relaciones de pareja: el amor y el desamor son temas de los que también se habla en sus publicaciones.
¿Eres espiritual?
No. No soy espiritual, así delgado como me ves soy bien carnal. (Risas) Pero en mis dibujos reflexiono sobre el amor, la religión, el sexo, la tecnología porque son temas que nos atraen y nos preocupan. Los desencuentros, las contradicciones que uno encuentra en la vida en general. La vanidad por ejemplo: la vanidad física, la vanidad intelectual, la vanidad del amor… me provoca reírme de eso.
Eres un incrédulo del amor…
Es que el humorismo no se lleva bien con la certeza. Es como un pariente de la duda, pero es una duda que no imposibilita vivir sino que te da un equilibrio. Cuando uno cree que es dueño de la verdad y que esa es inamovible te vuelves rígido, como de piedra. Y la vida no es así porque viene un ventarrón y si no se está adiestrado a ser flexible en la vida te rompes.
¿Ha pasado que te has roto en lo personal?
Yo antes era muy llorón. Pero pasó el tiempo y pensé que era una expresión del abandono de la muerte de mi padre. Eso fue hace 30 años: yo tenía 12 él tenía 40.
¿Pensaste alguna vez en ser padre?
Alguna vez quise tener hijos, pero los hijos vienen cuando hay una madre que los espera. Yo quise tener un hijo en quien depositar mi esperanza, en quien depositar incluso mis ahorros para que se forme, se eduque, esté en cursos, lea, se cultive. Y es que eso son los hijos, al menos para el hombre. A veces ni uno mismo tiene control sobre su propia vida y se deposita todo sobre otro ser humano cuando uno ni siquiera ha terminado de formarse. Y eso fue precisamente lo que tuve hace ocho años: ese hijo soy yo. Los 40 para mi fueron un despertar.
¿Pasó algo en específico?
Me sentía más seguro. Se pierden miedos, se ganan otros y entonces uno se siente más equipado… Es un proceso chévere de tratar de exigirse a uno mismo para mejorar y te concentras más en ti, pero no tiene nada que ver con el egoísmo.



De inicios y herencias…
Xavier estudió en el colegio Intisana, luego en el San Gabriel, donde le negaron la matricula en quinto año por haber publicado sus caricaturas en la cartelera –obviamente sin autorización- “En el colegio si no dibujaste al profesor no era caricuaturista. Se graduó en La Condamine; cambio que también le trajo problemas pero del que hasta ahora está agradecido. “Estudiar y tener una chica a lado me causaba problemas de concentración...”
Es el tercero de tres hermanos y se recuerda así mismo como el más libre de todos… De hecho fue su hermano quien lo incentivó –y obligó- a dedicarse al dibujo: “yo tenía 17 años y él me consiguió un trabajo que consistía en hacer caricaturas para la revista Cambios. Me pagaban 1000 sucres por la página y cuando recibí la paga lo consideré como una opción y un trabajo… me fui perfilando por ahí.”
De hecho, coincide que ese puesto lo consiguió gracias a que Fernando Proaño, a quien ahora conocemos como Damiano, el cantante, era amigo de su hermano y se fue a vivir a EEUU dejando esa vacante. “Era un tipo muy hábil, de temperamenteo artístico y luego optó por la musica. A mi me inspiraron sus dibujos en esa época…”
Pero entre esos recuerdos también está la imagen de su abuelo paterno a quien describe como un verdadero personaje de la ciudad: con terno, chaleco, sombrero y una sal admirable para contar historias y anécdotas. Era tanto así que, en 1986, lo reconoció en un óleo de Luigi Stornaiolo en el que el artista retrataba a varios personajes de la quiteñidad. Gonzalo Bonilla era su nombre y cree que de él heredó su afán por el relato humorístico. Pero sabe también que su pasión por el dibujo ha sido un trabajo que ha sabido pulir y adaptar con los años. “Si me preguntas si un caricaturista nace o se hace estoy seguro que si naciera el rato que le dieran una nalgada en lugar de un llanto sería una carcajada…”

Y es que más allá de las coincidencias y herencias artísticas que pueden o no haber influido en su elección de vida, su talento es evidente y es admirable. Bonil ha mantenido en sus dibujos y en su vida personal un inagotable sentido del humor que lo ha convertido en uno de los protagonistas más interesantes de la vida política y periodística del país. Definitivamente, fue un placer compartir un café y varias risotadas con el genio del lápiz, Bonil.


Bonil, a breves trazos:
Una ciudad que te gustaría vivir: París. Pero después ves los espacios y ¡son tan chiquitos! que no mismo…
Tu equipo favorito del mundial: el de los amigos con los que me reúno para ver los partidos. Nunca me he puesto la camiseta de la selección y no soy hincha de ningún equipo de fútbol. No soy lo que llaman un “torcedor”, si hay que “torcer”, preferible que sean otras cosas…
¿Sales mucho? mi vida la desarrollo en la casa. Incluso se me fundió el motor porque no uso mucho el auto y ha tenido una fuga de aceite. Así que no salgo mucho, no tengo para qué. Mi patria es el internet.



Esta entrevista fue publicada en Actualidad y Negocios de Notimundo, Más Comunicación.

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