Juan Fernando Velasco “2014 ha sido un año generoso lleno de siembra y mucha cosecha…”

Por: María José Troya C.
Fotografías: Boris Andrade
Llega diciembre y hacer el balance sobre lo que ha representado este año, en el aspecto profesional y personal, es indispensable. En el caso de Juan Fernando, 2014 ha sido un año de excelente cosecha y de una siembra artística constante. Es imparable: sus proyectos salen a la luz, unos tras otros, con excelencia, pero sobre todo con una sensibilidad especial logrando que la música nacional y el nombre del Ecuador se potencien de la manera que ya era necesaria.

Nos recibe en su casa, justo un día después de haber sido partícipe de uno de los conciertos más grandes que se han vivido en la capital: Quitonía 2014. Ahí, este artista quiteño, cantó parte de su repertorio, como apertura del mítico cantante inglés Sting. En el mismo escenario se presentaron Rubén Blades -en el grueso internacional- y otros importantes artistas ecuatorianos. “Una experiencia fantástica” afirma Velasco, lo dice con entusiasmo y mucha humildad, pero para él esto ya no es una novedad. Él ha sabido entender y ser parte del proceso de internacionalización que pocos lo han logrado con tanto éxito. “Una especie de suerte”, dice. Sin embargo, su arte y su talento no responden a la casualidad: es un compromiso hecho con tesón, con sacrificios incluso, pero sobre todo con amor. De eso no cabe duda.
Nos sentamos en la sala de su casa: hay algunas fotografías familiares; la calidez de su hogar nos permite ponernos cómodos para conversar. Su esposa Paola Solís y su hija Camila acaban de salir, Juan Fernando cuenta que ellas prefieren no interrumpir la entrevista “y además no les encanta esto de las fotos”. Desde el fondo, se escucha a sus tres perritos ladrar de la emoción: “son súper mimados, pero los encierro un momento porque si no sería imposible mantener la conversación” (risas).
Se acaba el año. ¿Cuál es tu balance de 2014?
Fantástico sin lugar a dudas. Ha habido mucha producción: empecé trabajando en un proyecto, que estamos a punto de lanzarlo, y que nos ha tomado todo el año. Se llama Misquilla (del quichua Mishkilla) y es un álbum de pasillos sinfónicos. Fue grabado en Capitol Records en Los Ángeles y son dúos con importantes artistas de la música iberoamericana. Con Lila Downs, Gilberto Santarosa, India Martínez, Gaby Moreno, Andrés Cepeda, Américo, entre otros, versionamos pasillos tradicionales con arreglos sinfónicos. Ha sido un proceso largo y enriquecedor, aunque ha sido complejo de realizarlo por los tiempos y obligaciones de los artistas con los que comparto las canciones.
Pero, paralelamente estuviste muy activo en los escenarios y con algunas producciones...
Sí. Hice conciertos sinfónicos dentro y fuera del Ecuador. Hubo una serie de shows, como parte de una gira, con Santiago Cruz y Andrés Cepeda en Medellín, Bogotá y Cali; luego otros los hice solo en las mismas ciudades, más otras presentaciones en Guayaquil, Quito, conciertos en EE.UU de formato convencional y destaco obviamente el de Gigantes que fue, por primera vez, que un ecuatoriano se presentó junto a dos grandes de la música como Marc Anthony y Juan Luis Guerra. Y cierro con el de ayer donde se presentó Sting. Dos eventos enormes, masivos y con gran expectativa. Y para completar, produje una colección de música ecuatoriana: Leyendas que son tres volúmenes donde está lo mejor de los Hermanos Miño Naranjo, Consuelito Vargas, Fresia Saavedra y lo mejor del requinto ecuatoriano; son extraordinarios artistas de la música nacional. Ha habido mucho esfuerzo, pero también un gran regocijo personal.
Una propuesta coherente, porque ya has logrado, con éxito, que varias generaciones conozcan -y otros que vuelvan a escuchar- al pasillo y por ende identifiquen con orgullo la música nacional…
Honestamente, siento que la gente que le gusta el pasillo clásico -que tiene discos de los Benítez y Valencia o de Carlota Jaramillo- no sé si les encanta lo que yo hago, pero sé con certeza que lo respetan. Eso porque perciben que mi propuesta busca recuperar la música desde una perspectiva diferente, pero manteniendo la instrumentación y mejorando las condiciones técnicas respetando la esencia. Y no creo que irrespetarla pudiera estar mal, pero lo mío es una propuesta en que la gente más purista no se siente agredida.
Pero los jóvenes sí prefieren tus versiones…
Porque es más cercano a su tiempo, a su estética musical. No se pueden comparar: no hay mejores o peores versiones; son propuestas. Pero es gracioso porque muchos chicos creen que Ángel de Luz es mi creación (risas). Y ahí es donde está mi objetivo: estirar la ola de nuestra música a nuevas generaciones dándole un nuevo sentido.


En ese reto de traspasar generaciones y fronteras, ¿cómo lograste que esos diez artistas internacionales acogieran al pasillo en sus voces para Misquilla?.
No fue complicado. Tengo la premisa de que la música latinoamericana tiene un ingrediente común, ya sea por nuestro mestizaje o por nuestra cultura, que hace que podamos disfrutar de un tango, de un bolero, de un vallenato y conocerlo bien. Nada de nuestra música nos resulta lejana por lo que el pasillo tampoco. Es un mismo idioma, un código en común. Todos lo captaron fácilmente.
Viajas mucho y eso te ha ayudado a tener una mirada más amplia para ver lo que sucede con la música en Ecuador. ¿Cuál es tu opinión de este año?
Siento que ha sido un año complicado para la industria musical ecuatoriana. El gremio se encontró por primera vez con un gobierno que tiene un interés y responsabilidad distintos para involucrar a los artistas nacionales. Se han impulsado proyectos fundamentales, pero hay otros que no. Se cayó en una relación de “toma y dame” con el gremio respecto a ciertos procesos y leyes que nos siempre fueron correctos. Hay un impulso al cambio de matriz productiva y, si bien en todas las áreas hubo restricciones a las importaciones, no las hubo en el campo musical. Hubo muchos shows internacionales gratuitos. Además, lo del uno por uno es un incentivo que sin duda debió ayudar a la producción nacional, pero el mecanismo no fue el correcto y eso erosionó algunas relaciones entre medios y los artistas. Por ejemplo, aún no hay control con la venta informal y la piratería. Todavía hay cosas que necesitan consolidarse. La música ecuatoriana va a crecer sin necesidad de paternalismo. Hay muchos artistas que lograron cosas importantes por su trabajo a pesar de la adversidad. Los músicos solo pedimos lo justo: no me paguen por hacer canciones, pero cuando las haga que se pueda cobrar por ellas.

Antes de cerrar la entrevista, Juan Fernando nos lleva a su estudio musical. Todo está impecablemente ordenado. Ahí cuelgan tres importantes reconocimientos a su carrera: la nominación al Grammy Latino de 2010 al Mejor Álbum Folclórico, otro por la venta de 25 mil ejemplares de Con toda el alma que circuló con el diario El Comercio y el tercero de Promarket por el éxito de ese mismo disco. Confiesa, como anécdota, que no recuerda bien el día que recibió la noticia de su nominación, pero tiene muy claro que su fama internacional la alcanzó gracias a que, por coincidencia, un programador televisivo utilizó sus canciones en la telenovela colombiana Pobre Pablo (“que por cierto, jamás la vi” –dice con risas-).

Sobre él:
Juan Fernando Velasco cumplirá 43 años el próximo 17 de enero.
Es cantante, compositor, productor musical, productor de conciertos y uno de los artistas con más reconocimientos del país.
El álbum Misquilla (“dulcecito” en quichua) es una apuesta musical en la que el pasillo vuelve a ser el protagonista.
Tu equipo: hincha “a muerte” del Deportivo Quito.
Un artista o grupo nacional: Swing Original Monks, su propuesta y talento me encantaron.
Dónde pasarás la Navidad y el Año Nuevo: Navidad aquí, para recibir el 2015 viajaremos con mi esposa y mi hija a República Dominicana.
Realizas alguna cábala: no mucho, pero el 2013 quemé al “viejo” porque fue un año complicado.
Y ¿la vuelta a la cuadra con la maleta?: Imagínate si ahora viajo más de cuarenta veces al año, si hago eso ¡ya no volvería…!

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